Toda la sociedad tiene que ser educadora, el Gobierno, la familia, el sector laboral, la comunidad y toda la sociedad deben nuclearse alrededor de las universidades para que éstas puedan cumplir su encargo social y la función formativa que le ha sido asignada, y para que puedan convertirse en la institución cultural más importante de la sociedad, con el fin de que sean verdaderas instituciones formadoras de profesionales amables, tiernos, amorosos, reflexivos, críticos y creativos.Este libro se ha organizado en cinco capítulos a través de los cuales se reflexiona sobre las diferencias entre educación, instrucción, formación y desarrollo. Se hace una panorámica sobre los modelos pedagógicos y las teorías del aprendizaje, se caracterizan los procesos de enseñanza y aprendizaje y se describen los componentes curriculares. Especial atención se le dedica a la clase universitaria y el rol del profesor en la educación superior. En el libro se reflexiona sobre los interrogantes: ¿Qué es la educación? ¿Por qué y para qué educamos?, se señala que instrucción no es lo mismo que educación, el desarrollo no siempre indica avance y evolución, formar no es lo mismo que educar. Se abordan las principales características de los modelos pedagógicos que han proliferado en la historia de la educación, así como las teorías del aprendizaje y las tendencias. pedagógicas fundamentales en el siglo XXI.¿Cómo aprende el estudiante universitario?, ¿Qué significa enseñar?, son preguntas que se abordan en esta obra, también se reflexiona sobre el papel del estudiante en el proceso de aprendizaje y el papel del profesor en el proceso de enseñanza. Se dedica un espacio a reflexionar sobre los propósitos de formación, los contenidos curriculares, las estrategias pedagógicas, los recursos didácticos y la evaluación educativa. Finalmente se despliegan las cualidades de la clase de excelencia y se precisa cómo debe ser el profesor universitario en el tercer milenio.Toda la sociedad tiene que ser educadora, el Gobierno, la familia, el sector laboral, la comunidad y toda la sociedad deben nuclearse alrededor de las universidades para que éstas puedan cumplir su encargo social y la función formativa que le ha sido asignada, y para que puedan convertirse en la institución cultural más importante de la sociedad, con el fin de que sean verdaderas instituciones formadoras de profesionales amables, tiernos, amorosos, reflexivos, críticos y creativos.
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